Son los perros quienes nos han enseñado todo. Con frecuencia escuchamos que no razonan, pero no es cierto: sólo es porque desconocemos el motivo o la razón por la que se expresan. Que las respuestas que recibimos no coincidan con las que esperamos no significa en modo alguno que no razonen, sino simplemente que existe discrepancia entre lo que deseamos y lo que obtenemos.

En Guayko hemos aprendido a imaginar respuestas que jamás hubiéramos sospechado. Aprendimos a enseñar desde el cerebro del que aprende con esas posibles respuestas. Aprendimos a adaptar nuestra mirada a la suya, y que escuchar es contar con el otro. Aprendimos que cuando nuestro método falla, cuando lo que tenemos planeado no llega a producir el aprendizaje o el efecto deseado, no es porque ellos tengan dificultades, sino que somos nosotros quienes debemos plantearnos modificar el método para que resulte efectivo.